domingo, 24 de abril de 2011

EL DESUSO DE LAS CIRCUNSTANCIAS

Abrazos de despedida.



Y ahora me despido
porque ya no hay posible
vuelta que nos pegue;
no tenemos las manos unidas
ni esos juguetones besos
que nos inundaban
en esas mañanas
que la sábanas
eran nuestras banderas.

Y ahora ya mis lágrimas
no las compartiremos;
pero te aseguro que puedes
darme las tuyas
que sabré ocultarlas
para dejarlas secar solas.

Y ahora te recuerdo
y no sólo en las malas,
también en las risas
y en lo más tierno
que hicimos entre ambos.

Ahora te recuerdo.
“y ahora te recuerdo” y me acelero
te miro como a esa luna melancólica
que quizás estés mirando
sin poder dormir.

Y ahora ya no te abrazo
pero me llevo la despedida
junto con las hojas secas
que nos dejo el otoño
aquel día triste.
Por intermedio mío



Hay un adiós que supo
mostrar lo que no quisiste ver.
Hubo un trueno que nació de la nada,
que era el tiempo
en el ocaso de una tarde
que divirtió
y murmuró la despedida
que llegó un poco anticipada.
Hubo una razón,
aunque injusta se vea,
que partió la verdad,
que se construyó
en el imaginario
de tu mundo.
Hubo un brote de coherencia
que te gritó
que te alejes
del agujero
que pudo
atraerte y desabastecerte
de la mansa
idea de nunca más
volver a verte.



Entre ríos(27/02/2002).



Correr bajo la lluvia.



Correr bajo la lluvia,
buscar un puto lugar
en donde poder escribirte.
Gritar: ya te perdí,
llorar lo que se borra
con el agua;
maniatar la sórdida
manera de buscarte;
caminar las noches
de la mano de una sombra
hablándole lo que
te hablaría,
contándole
lo tonto que soy cuando
no estás;
morder los troncos
mientras intento
arrancar un pétalo
escupir al viento
y frotar la espalda de dios
correr y torcerme los tobillos,
esguinzarme el corazón;
correr y no transar con el diablo
que me pone un arma;
saltar
y no caer;
gritar
y no despertar;
gritar
para escucharme
para bailar
para mover
el cielo que duerme
para soñar
el reencuentro.
El chancho.



En el sufragio
se jugó la suerte
del chancho.
De alegría
y solterías
las lagrimas
nacieron en la mesa
que supo encubrir
el deseo malicioso
de borrar la escena.
Y soterrar
la fragancia
que un amigo,
aunque distinto,
dijo: gracias
por creer en mi.
Entre tanto movimiento
las manos aplaudieron
la cena familiar.



Entre Ríos ( 27/02/2002).
El chancho del abuelo.
Es enorme el esfuerzo.




Y si te digo que es cierto.
Es enorme el esfuerzo
que me produce
mirarme al espejo
y pelearle a mis verdades.
Mirarle las caras
y discutir sus lugares
en mi mundo
que es cierto,
que en cada entrega
quedan restos escondidos
que mueren con el tiempo
en manos de otras historias
que disparan al ser disipadas.
Que en los días
que anteceden a las lágrimas
el castigo se entristece
y su pena desata el nudo en mi lengua.
Que es cierto que en el cielo
ya no miro dioses
ni dibujo con estrellas
la caída del imperio del tedio
Que los cantos de sirenas ya no llegan
y gris, opaca pintura, amenaza
en pinceladas desnudas
darle lluvia a mi niño frágil.
Que también es cierto
que el hambre de mi inicio
fue mudando en su aventura
y reclama en silencio
restos de un principio
que pareciera el tiempo
haber cargado de disfraces
en la fiesta que nunca existió.
Y si te digo que es cierto,
que Sisifo es mi fiel reproducción
y mi vida se torna piedra
que gira en el campo monótono
y vierte mi ser en escena
mostrando lo absurdo que se niega.
Y si te digo que es cierto,
Que es cierto y punto. Nada más cierto
y estéril y tonto y solo.
Que es cierto el acierto y todas sus bases tristes.
Que no hay punto de inflexión y todo eso.
Que no soy cuando llego a la ultima pregunta
y que la última pregunta me lleva de nuevo
a todo eso cierto que se esconde y hace
enorme al esfuerzo.

Escondido.


Es como el agua que desgasta a la piedra.
sin el más mínimo esfuerzo.
Latentes son las voces que ordenan el detenimiento.
Y en eso de la vida nos encontramos.
Tu, con el aliento frívolo de los que saben matar
me mueres con suave profesionalismo.
¿Qué será de los débiles que se entrenan
pero corren con un destino de tragedia?
(deshacerse en mapas genéticos
y esconderse de los asesinos).

¿Escuchas el silbido?
Pero, si es música!!!
Si, miren como danzan.
Está desnuda
Ella y su instrumento.
Son como mega.estampidos-notas
Que desafían la delgada línea
Que separa
“al mundo del hielo y la abnegación”
del
“mundo magia “.
Frente a Frente.



Sos el presunto asunto que me pierde.
Estrella pasajera que resplandece
el campo de mi vida.
Sos la no-imagen, el no rose
Pero como si lo fuera,
estamos frente a una caja siniestra
que pareciera enriquecer a la fuga.
Te espero en permanencia,
en noches de vigilia
sumergido en un hiperinsomnio
producto de esta aventura.
Ya es el maldito futuro,
o la falencia de nuestra entrega
la que nos pone frente a frente
en el virtualismo que se come a los débiles.
Inocencia.


Quizá porque nos disfrazamos de mediocridad
no nos permitimos.
O tal vez, simplemente,
por desconocer el desnudo infinito
del cual se obtiene
lo que negamos ciegamente.
Interior.

Que el zumbido constante no cierre.
Pequeña vocecita del núcleo.
Centro del todo.
Si alguna vez por desgracia o accidente
callaras,
en fervorosa centinela
convertiré mi existencia
en espera.

La caída.


Se desplazan las mazas,
se alejan las voces,
se golpean los espesos
gritos altaneros
y en las cumbres
transeúntes fantasmas
lloran amor.
Lloran tiempos invencibles
sangrando diáfanamente.
Lloran vidas
y porvenir, demasiado
La fantasidelirium.


Sí en tus senos,
Se pudiera demostrar toda nuestra verdad,
pues seguro, besare hasta darles muerte.
Los enterraré en las profundidades
de la ignorancia que nos atrae,
para obsequiarles un estilo de paz desconocida.
Sí en tus senos,
se pudiera a la verdad,
permíteme, la sustracción siniestra.
La milonga del Pen

Es una locura en él
una rumba del sol.
Hay solo nieblas del corazón
Sombrías esperanzas
del sinrazón
del norte del sur.

Es una locura pensar
cantar a la voz del alma,
gritar el nombre
de una escena peculiar;
cantar, nombrar
el deseo de NOUMAS.


La milonga del Pen
aparece en el llano,
en la nada de que es.
En mal momento.



Es una locura sin nombre
Sin ganas
Sin porvenir.
Es una locura de esas
de las que no se pueden,
de las que se olvidan...



La muerte del maestro.


Todavía se demarca tu estado
en el vidrio empañado de la habitación.
Llantos mojados mutaban
en rios-cascadas
y el sol que agoniza
luchaba en la sequía.
Era claro el pánico
entre abrazos de metal
y risas nerviosas
que arrojaban los nerviosos,
que nervios rotos
en caprichos gobernaban.
SE VA UN GLORIOSO MAESTRO
y con él grandes partes,
se deshabitan parcelas
que nulas, se transforman en su esfuerzo.
Y VOS ESTAS!
Si, te veo llorando.


La nada.


Los primitivos parates
catapultan sedentarias
avenidas cerebrales.
Desarman elementales genes.
Estampan los fragmentos
de las síntesis de los gloriosos tiempos.
Y en génesis hidrolatado
eyaculan la nada.

La protesta.



Sin la sed de años ulteriores,
pero vigente en esfuerzos
se desplaza el glorioso desempeño,
del cortejo protestante.
Allí van, alzando
sus clamores y repudios
frente al palacete
de los ciegos,
clamando por el justo nivel
de la balanza,
que pareciera hundirse
por el lado menos humano.
Los naipes del dolor.



Los naipes cayeron
riendo del mal tiempo,
en una galera llena de conejos
y fantasias que ya no existe.
La bofetada
que inserta
e imprime
en la vida papel
el doloroso madurar
que no hace más que mostrar
lo mal que se vive,
la distancia estúpida
que muchos sostienen
por no poder sostenerse.
Los naipes cayeron
sin ganas, pero riendo
en la galera que muere;
en el recoveco
de un teatro
que ya no llena
sus butacas,
le faltan luces
y el único humo
es el del fuego que
lo quema.
Así fui saliendo,
Despidiéndome,
abrazándome
a la esperanza
de encontrarme
lejos cuando
las cenizas le hablen
a nuestros hijos
de lo necesario que fuimos
en lo que ellos fueron.
Y así, girando,
Se sigue.
Parte de algo.



En los días más austeros
la medida no era el hombre,
el descansar no era en el paisaje
y la música no sonaba
acorde a lo movido.
Nada bailaba,
todo moría en su brillo.
El cielo buceaba
y los ángeles volvían
a sus trajes de trabajo.
En la incertidumbre
se sorteaban los últimos números,
la dama balbuceaba:
que no se muera la abuela,
que el ahorro es mentira
y el crecimiento
no estaba en la buena alimentación;
que el sol ya no calienta
y que las grietas que deja
el pasado
fueron cerrando a la perfección
y nada es suave,
todo deja marca
al descubierto.
Los fantasmas,
las especies,
los monumentos,
las lágrimas.
El ahorcado tiempo,
la maltratada vida,
un montículo de pasiones...

Plumas que se van.



La mano que asoma
no es la mano
del tiempo
que se pide.
Nada es tan
grande para compararlo
con lo que se dijo
en esa noche.

Quema el día
y arrastra
lo horroroso
del desánimo.
Y plumas que se van
lejos, muy lejos
del hogar momentáneo
que brota en llamas.

Resultado de un partido de ajedrez.



¿Te acordás de aquel día?
¡Qué soldado desarmado fui!
Qué papel difícil me toqué:
ponerle el pecho a los gusanos,
dejarlos entrar, claro.
No podía ser otra la historia
Que manzana!!!
Y pensar que me protegía
lo suficiente
pero resultó humano
Tan humano y vulnerable
como no lo creía.
Quizá ahora
tenga pecho de acero,
pero sé de los corrompientes
su acero,
y aunque pareciera lo mismo
son los niveles diferentes.
Ya el ataque se pre-advierte
y mi respuesta
no sólo advierte el cuidado,
sino que con sus manos
acaricia suavemente
asombrando al oponente
despiadado.


Sabor a miel.



Con el sabor a miel
que fuiste dejando
en la clara noche
en que nos encontramos
a tratar lo acordado
me fui yendo
al ras de un sol que
no dejaba de quemar.
Me deposité en mi lado
en la pocilga de las pulgas
que es mi espacio.
Fui llegando,
casi tirado,
sin olfato
y con ansias
de un buen trago tinto.
Con el sabor a miel
se mezcló todo
y nada quedó.
Fue una tarde
de masacre,
de ventanas cerradas
y aire opaco.

Te miro.




Te miro tu carita triste.
Tus comisuras bombardeadas
de llagas traviesas.
Tus ojos secos que no brillan.
Tus pómulos rozagantes.
Tus herméticas rodillas.
Tus opacos bellos.
Tus orejas satelitales.
Tus necesidades obsoletas.
Tus extrañas carencias.
Tus presos radicales.
Tus observaciones cerradas.
Tus muertes fingidas.
Tus cenizas esparcidas.
Tus dolorosas manías
de dejarme ciego.
Te veo.
(Lali 15-02-03)



En mi triste resistencia.
En el silencio que no me deja.
En la madrugada que no me acuesta.
En la piel que guardo.
En los perfumes que no se van.
En las mañanas mojadas.
En las tardes sin sonrisas.
En las noches de vicios.
En los amigos que escuchan.
En las manías del olvido.
En todos los recursos.
En nada de nada.
En los oídos prestados.
En todos mis viajes.
En las calles grises.
En las cenas fugaces.
En el rito del rezo.
En los tabúes maníacos.
En las mejillas frías.
En las manos que ya no están.
En los saludos escurridizos.
En mis laberintos.
En los caminos de polvo.
En las sombras de otros.
En voces escondidas.
En más de lo que me imagino...

Volando al ras.


Volando al ras
como el ave que busca su presa,
como el linyera
que vuelca su última copa
en la melodía que lo llevó
a su locura inefable.

Volando al ras
como la canción de dos niños
que intentan cambiar a un mundo
que no cambia,
que ni se mueve,
que se disuelve
en el universo.

Volando al ras
sobre un suelo húmedo
que me recuerda a vos,
que me acaricia y me arroja,
que me muestra lo imposible,
que cuesta aterrizar.

Volando al ras
de un sueño posible.
de lo cerca que es,
de lo lejos que invento,
de lo armonioso de comprender.

Volando al ras
aprendió a caminar,
así se ve...

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