domingo, 24 de abril de 2011

ANTOLOGIA DE BERRINCHES Y TERNURAS

De elección.

Elija mis líneas
trazadas con sangre
escritas con tono
muerto de lucha.
Plasmadas con animo
de voz ancha
cautivas de vértigo,
solteras sin apuro.

Elija mis líneas
las finas
las tontas
las entregadas
las momentáneas.

Elija y no piense
que en el tiempo
de ecuación,
se pierde un segundo
decisivo.
Un espacio autónomo.

De regreso.


Regresó el otoño
y junto a él la hoja muerta.
Regresó la locura
y junto a ella
la fragancia.
Regresó la permanencia
y junto a ella el amor.
Regresó el momento
y junto a él
regresaste vos.

Desojando.

Se representó
“al entero desarme”
en la margarita
del me quiere mucho
poquito
nada.
Una voz en la conciencia
un consuelo ante el vacío
del que se fue.

La rancia costumbre
del desahogo
en el puerto que despide
al amor.

se representó
al entero desarme
en la margarita
marchita de tiempo
mal seca de intriga.

El desorden natural
de las cosas que nos llevan.
De la mano del recuerdo,
al abrazo con el niño
que nos protege
de la realidad.

Se representó
al entero desarme
en la margarita,
y desojando, nada quedó.


Dos hileras.



El pelo
los ojos
la boca
el seguimiento
desatento
de los puños
que se cierran
y disparan
la carcajada
de un grupo.
El sueño
los valientes
la palmada
el canto suave
de una voz
que enternece.


El alambre


Ahí vos, vaca de carne y hueso
Aquí yo, vacante de auxilio.

Ahí vos, leche prematura
Aquí yo, lechero descabellado.

Ahí vos, pasto y sol
Aquí yo, negra noche de asado.



El reloj.



Canta el reloj
la historia.
La masacre
del periodo
de la muerte.
Habla del orden
y de aventuras de mar.
Llora tu entrega pura
y el amparo que hacías sentir.
Duerme cuando no te tiene,
no intenta recordarte.
Grita por los frutos
y las cosechas que nunca se perdían.
Enumera
recolecta datos que solo vos entendías.
Mantiene
regala.
Da la hora
en tu ausencia.
Reluce limones dulces.
Anota la alegría.
Canta el reloj
Canta...

El silencio.


Se abstiene el silencio
en las profundas cuevas.
Se contrae el grito;
Flamante sembrador
de traviesas tierras.
Se encoge el silencio,
se retuerce en ansiedad.
Se injecta el silencio
veneno improvisado del delirio.
Se funde en letargo. El silencio.


Irse.



Irse tan solo
del arpón que niega la vida.
Irse de la guerra del plomo.
Irse del triste episodio
de la venganza.
Irse del pañuelo
que seca las lagrimas
del asesinato
Irse del golpe tirano
y del inconsciente
obstáculo del poder.
Irse de la grieta que divide
y distancia al hambre
del pan.
Irse del hombre que atenta
contra el hombre.
Irse tan solo
al bienestar.




La muchacha canta.




La muchacha canta

en tinieblas

en la niebla.

La muchacha canta

en su azúcar

en la muestra.

La muchacha canta

en apuros

en soledad.

Y canta cuanto
puedan escuchar.


La muerte y el sueño.



Entre la sangre teñida
desecha de esencia,
se emerge el sueño
que abraza a la muerte.

Brutal, desconocido,
fugaz y lumínico
como un ave
que expresa
y manifiesta
la alegría .

La duerme y retiene.
La distrae y la sumerge.

Pero nada es cierto
en el aire.
Todo tiende
a obedecerla
y acompañarla a su tierra.



La mutación del trago.


Se cambió el hielo.

Un room con balas,
una cerveza con condones,
una mutación articular.




Las alas de la fuga.


Empecinado en encontrar las alas
que te refugien lejos,
cargaste tu vacío
de nada.

Retaste al tiempo
que te devuelve
a la habitación de un
hospital que ya te conocía,
empecinado en cargarte
el traje de la muerte.

Y sin retórica salida
tragaste la ingesta
que desvanece a los fuertes.

Hay un circulo que envuelve
a los que te esperan
y sostiene
y gira
en espera del diagnostico
que atrapa al deseo
de verte caminar
bajo el mismo sol
que nos une.



Miliquito de estación.


Hay un verde
que te viste
y te camufla
en los tristes bosques
de la matanza.
Hay una medida
que no es la mía.

Ni más ni menos,
una perdida de
valores que te acercan
a los rencores
de un cielo
negro .

Y no lloro.
Y no me asombra.
Y no sufro
por no ser iguales.


Entre ríos( 27/02/2002)
La mesa de la nostalgia.







Mirada de Buenos Aires.



El almacén de la esquina que no calla,
anuncia la huida del ave rancia
que desploma en la madrugada de un lunes,
la sonata del timbre mañanero
con un arrojo despierto
de hombría esperanza.
El laburo sin corbata pero esmero
y la transa con la ñata frente al espejo.
El tren del cartón y las bicis arrugadas,
en el frío del amanecer Buenos Aires
que se empeña en contener lo que los
frescos maltratan desde inicios.
El bondi aglomerado de especies
de una misma especie
que alientos empañan los vidrios
que muestran las calles desiertas
que se escapan hacia el negro
asfalto que viste y se cuaja.
Las cortinas y los comercios.
El abrir y el cerrar
de los ojos que lloran frente al viento
que se secan frente al viento
que se duermen.
El bocinazo y el silbido.
El recorrido monótono de los días.
La sana costumbre y la enseñanza.
El crecimiento que no detienen.
Así es en Buenos Aires.


Modelo.


El modelo vigente,
carece de toda elegancia.
Se estremece frente a los espejos
del universo
y se disuelve en aguas calientes.
El modelo vigente,
de necesidades esta lleno.
Pide a gritos desvestirse
y romper la forsosa permanencia.





Nacimiento.


Alzó su capa y corona,
se hizo rey.
Montó su instante sagrado
y espuma blancura
rozó su piel.
Alzó la espada,
alzó su escudo,
alzó a la niña
y una intensa dulzura comenzó.

Palabras.



Palabras y más palabras.
¡Se utilizan como fiel escudo!
Palabras con sentidos
en realidad poco dicen. Nada...
Palabras de tierra tapan el vacío.
Palabras de letras que nos sostienen
en eso de la vida.


Perfume de doña.



El perfume de esa doña
te trajo a mi y la doña
no eras tu.
Pero por un instante
fui dueño
de un suceso
que largo tiempo espere:
Sentirte nuevamente
al lado mío
como hace tiempo.

El perfume de esa doña
te dio vida nuevamente
y me dio recuerdo.
Me dio esperanza.

Todo eso hace un perfume
en un hombre
con buen olfato.


Visión.



Por las calles del futuro,
circulan las solitarias manchas pretéritas.
Fantasmas deambulan por el tiempo maculado
violando filosofías que trascienden en lucha.
Por las calles del futuro,
continúan las guerras de los ideales
y a falta de cumplidos, las míseras esperanzas.
Por las calles del futuro,
las guadañas continúan su frivolidad
embargando a las inocencias
todos sus bienes amados.
Por las calles del futuro,
nada parece haber mutado.

Amor.



Amor intrépido e infiel.
Amor sumiso vagabundo.
Amor soga y trampa.
Amor excusa.
Amor indulgente verdugo.
Amor pletórico.
Amor escaso.
Amor carencia y amistad.
Amordazare sin darse cuenta.


Castillo de arena.



En niñez me regalo
traspasando el muro fantástico.
En infancia me retraigo
cargando el peso de los años.
En historia me impongo
el duro retrolavado del olvido
y castigo y castigo
al inmenso dormido.
Castillo de arena que vuelves a levantarte
demostrando tu figura avasalladora.
Eres mi castillo de arena
que te mantienes en forma
ante las fuerzas desgarradoras
de las ondas eternas.


Escalera.




Escalera amarmolada
que en brillantes superficies
reflejas las estrellas del infinito.
Escalera que tientas a la elevación,
súbito espanto de otro mundo.
Escalera de peldaños y peldaños:
¿Qué escondes al final invisible a distancia?
¿Cuan incierto es el camino?
¿Cuál destino duerme en la sima del viaje?.




Te entrego.

Doy un trozo de vida:
por el primer chispazo.
Por el primer acto de amor.
Por él sin fin del agua.
Por el costoso camino al asombro eterno.
Doy un trozo de vida:
por el primer aguacero.
Por el primer arco iris.
Por las cascadas intrépidas,
que en su trayecto arrastran belleza.
Doy un trozo de vida:
por mas vida, mas amor.



Los barcos.


El punto impacto de los barcos,
camina tieso sobre el triste
color estiércol mar.
Se miran con odiosa benevolencia,
se imponen venganza.

El corte oleoso desenfrenado
castiga sus pupilas metálicas
y parte de sus moléculas inquietas,
planean el escape.
Se miran.
Se impulsan a la muerte.
Y no hay mas tiempo.

Lejos muy lejos,
queda el recuerdo de los valientes.
Trozos y más trozos de acero,
se funden en amor.


El vacío.


Cuando vuelco formas de tintas
sobre un contorno que fabrica sentido a las mismas,
me encuentro nuevamente,
frente a la espesura de un vacío que tiende a ocultarse.

Vacío inamovible que ejerce el grito de ser saciado.
Vacío inamovible que te cargas a capricho.
Vacío y más vacío que creo enfrentarte mano a mano.

Cuando vuelco formas de tintas:
El desahogo.




El fondo I

Hondo muy hondo,
el trance castiga con espinas.

Flores talladas desaparecen.

Hondo muy hondo el tiempo.
Pasaje eterno que lo traga todo.
Bestias carnívoras devoran sin remordimientos,
en el hondo fondo de los desencuentros.



El fondo II

Suenen cánticos irónicos,
que esas voces, que sus voces,
inútiles flotan grávidamente.

Suenen sin detenerse en el tiempo,
que en demasía de obvian.

Suenen y rompan los cristales.
Griten paulatinamente cada verdad.
Cada indescriptible boceto del destino.

Suenen y mueran y suenen muriendo,
en agonía estéril,
inútiles son sus sonidos.



Lo tapado.

Oh mano que todo lo tapas,
elemento solitario eres.

El tiempo que duerme en sueño
se encuentra atrapado en tus yemas
y el dolor de las heridas,
en tus uñas asesinas.

Oh mano que todo lo tapas,
eres sucia en esencia y ciega por naturaleza.



Mi deseo.


Del virgen centro te extraigo,
mi deseo.

Te muero y doy vida,
como dueño.
Como obsequio.

Te observo y contemplo.
Me fundo y entrego.

Del virgen centro te extraigo,
te doy vuelo.




Por el pasado.




Hoy aquí me hallo.
Pagando por mi niño
el vidrio roto.

Trenzando las sogas
que sostienen la melancolía
que me sostiene.

Hoy aquí me hallo.
Retrocediendo el tiempo
que alguna vez fue desaprovechado.

Hoy aquí me hallo.
Clavando el inmenso clavo de la realidad
que se esfuerza en no desteñir.

Y hoy aquí me encuentro...


Sin memorias.



A flores tiene olores.
A tierra húmeda y descomposición.

Lapidas y llantos
fríos y gritos de alarmas.

Y en cada epitafio, el recuerdo:
vacío que lo nombra y nada mas.

A flores tiene olores
sin memorias.


Sin prisas.


Sin prisas nació el huevo
de lo que intentamos.
Y la cascara me superó.
Rompió y dio anarquía.

Vos en el poste
del otro lado del alambrado.

Yo en el enrejado
del vecino molesto.

Mierda que parecemos
dos pájaros perdidos
sin vuelos independientes
ni plumas suaves
que muestren el buen tratado.

Sin prisas
ni brisas que refresquen.

Sin prisas
pero apurados.



Sin respuestas.


De laverintos se nutre el mundo
cargado de dudas.

Buscando alivios en incompletos
distrae lo concreto.

Un universo de preguntas
baila la danza del desaliento
y cerca de la triste pieza
disfrutan el desconcierto.



Sintino.


A ti me entrego en llamas.
Desprendido para siempre.

Amigo del pensamiento,
creador del todo
y de la nada dueño.

Sonriente reposo
prohibido y enterrado.

A ti me entrego,
ocio amado.



Sofía



Bienaventurado:
dentro del tiempo que nos regalamos.
Pequeña estrofa de vida, Sofía.
Sabiduría que te encierras en mi corazón
llenando de un jugoso alivio
los males del mundo.
Diáfana droga que recorres el vacío universal
en tu triciclo de los comienzos.

Bienaventurado:
en aires somníferos.
Pequeña canción de cuna.
Amada Sofía, sabiduría y extensión,
sueños y esperanzas que viajan
en los terrenos de las generaciones.

Bienaventurado:
en los llantos que impones.
Y sumergido en cada lagrima,
me dejo saboreando el sabor de tus pedidos.
Sofía, amada mía,
me alegra tu ser.


Tantas aventuras



Son encuentros que desternecen
cada epidopio del amor.

Un ediponcio mal transcurrido,
una entera evidencia
del colchón que nada
separa del evitable
pegoteo matutino.

Un bidé y la ventana
que descubre al sol,
que duerme en su brillo.

Una mampara al desnudo:
enigma de tantas aventuras.



Tarde.


Cuando lo encontré en su habitación
era demasiado tarde.

Llevaba cien mil tiros en sus dientes
y en la sangre celeste demás colores.

Los olores, fuertes...

Una nota estilo carta
y palabras.

“Yo conozco.
Solo yo
el sufrimiento de mis dientes cariados”.



Te pregunto



Te pregunto si aceitas
las válvulas sonantes
del capitulo de tu historia.

Arremetes impulsos
que perforan
te perforan.

Ingenuo hoy te miro
y no respondes.
Ya no copias
mis mutaciones.

Ya no lloras
cuando lloro.

Tan solo observas
a tu copia.

Ya no sigues mi resfrío
ni te peinas cundo peino.

Somos solo recuerdo.

Yo carne.

Voz espejo.



Tramo.


Es un tramo que se despliega
de tu vos insatisfecha de pasiones.
Es la negra circunstancia del despido
en un bar que nunca nos había unido.

La santa costumbre del pecado.

El sermón del monje que no fui.

Es un tramo irrelevante pero doloroso
necio y escamoso que decanta
el corazón dudoso de la vida.

Es un tramo pequeño.

Casi invisible.



Una sola frase.



Un haz de espadas en la noche
de la tregua nítida.
El fragmento en lamento.

Una sola frase
sin volumen,
fría.

La paz de la diferencia,
el hedor largo,
la suave nausea
que destierra
la incomodidad.

El incremento,
lo absurdo,
la sórdida matiz del lamento.

Hordas macabras líneas
en marcos lamentables.

Un sol,
una tarde,
una marca temprana.



Volver.




¿Que te parece
si en estos días de aguijones
y encías con llagas
nos damos una pequeña
tregua?

Voz te iras a tu montaña
y contemplaras desde las alturas
lo hermoso que es el mundo
desde las alturas.

Y yo volveré a mi infierno subterráneo
a contemplar lo hermoso
que seria poder escupir
sin que el fuego
seque mi saliva.

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